Tal vez sean marrones almendrados,
dulces como helado en ocaso de verano.
Quizás del matiz de las alegres castañuelas,
pues tan solo con verte te has hecho mi dueña.
O como el acanelado algodón,
finos y llenos de encanto y sensación.
Sólo sé que tus ojos son penetrantes como el viento,
que me hacen vivir este abstracto sentimiento.
Lo más cierto es que no quiero escapar,
andar contigo, verte a los ojos y suspirar ...